Episodio 18: por fin llegó alguien y me pregunta qué es lo que me pasó

Conversamos con la bibliotecaria María Angélica Rojas Lizama y el bibliotecario José Fernández Pérez, autores de «El golpe al libro y a las bibliotecas de la Universidad de Chile. Limpieza y censura en el corazón de la universidad«. Nos relatan cómo nació el libro a partir de su seminario de título, estudiando la persecución, destrucción y censura sistemática de libros y bibliotecas durante la dictadura, como parte de su «Operación Limpieza». Abordan también los sentidos testimonios de bibliotecarias y bibliotecarios, que aportan antecedentes poco conocidos de la historia de nuestra profesión y humanizan esta investigación. Este libro, cuando precisamente se recuerdan los 50 años del golpe de Estado en Chile, es una alerta sobre el totalitarismo, la importancia de la lectura-libros-bibliotecas para una sociedad democrática y de la memoria, tanto la nuestra como profesión, como la del país en su conjunto.

María Angélica Rojas, José Fernández , Guillermo Toro y Cristian Cabezas grabando el episodio 18 en la Escuela de Bibliotecología de la UTEM

Esta es una transcripción editada de la conversación de 30 minutos.

[00:00:09] – Guillermo Toro

Saludamos a nuestra audiencia nacional e Internacional en este Yepo número 18 de esta primera temporada. Hoy no tenemos a un invitado: tenemos a dos. Así que los vamos a recibir con mucho cariño en esta universidad, que es su alma mater. «Pretender amordazar el pensamiento es el más / cobarde de los crímenes. Es el triunfo de / la fuerza bruta contra el espíritu por / ser espíritu, por el delito de estar despierto, / de no querer dormir.» «El terror de la debilidad con armas / ante la verdad y su luz propia. / Es un crimen inútil, porque el pensamiento / es abstracto, no le entran balas.» Este es un epígrafe de Vicente Huidobro, que nos comparten María Angélica Rojas y José Fernández, que son nuestros invitados. Ellos son autores del libro «El golpe al libro y a las bibliotecas de la Universidad de Chile» publicado por Ediciones UTEM en el año 2015 y este epígrafe es parte inicial del libro. Recibimos entonces a José, quien es en este momento profesional en el Archivo Nacional de Chile. Trabaja en Coordinación de Vinculación con el Medio, encargado de la Unidad de Investigación del Archivo Nacional de Chile y a María Angélica, quien está trabajando profesionalmente en la Subsecretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, área de Archivos. Bienvenidos, los recibimos con mucho cariño, junto al director del pódcast Cristian Cabezas.

[00:01:42] – Cristian Cabezas

Bueno, hola, buenos días. Muchas gracias por estar aquí con nosotros [para] hablar del libro y hablar de la forma en que ustedes abordaron este proyecto, que es muy interesante, muy llamativo. Cuéntenos sobre el origen del libro, qué es lo que han visto ustedes en el desarrollo del tiempo respecto de lo que quisieron comunicar.

[00:02:04] – José Fernández

Primero que nada quiero agradecer la invitación de Guillermo y Cristian. Nos sentimos en casa, obviamente en nuestra alma mater, la escuela de bibliotecología de la UTEM. Y con María Angélica, en ese entonces, esto partió el año 2007 como un seminario de título. Y siempre comento que partió como una inquietud de un grupo de estudiantes justamente en un contexto de lucha estudiantil, porque en ese entonces ocurría todo lo que era o había sido la «revolución pingüina» el 2006 y todo un cuestionamiento a la LOCE y a la herencia de la dictadura en el ámbito educacional. Siempre comento esto porque ahí partió una inquietud para nosotros como estudiantes de conocer cuáles habían sido las consecuencias para nuestra carrera en ese entonces, que estábamos estudiando, para la bibliotecología, para nuestros colegas, los bibliotecarios y bibliotecarias, porque encontrábamos que lamentablemente faltaba un relato, como que no había una historia clara respecto de lo que había ocurrido en esos años y tampoco había muchas fuentes de todo tipo para poder llegar a esa información. Entonces estaba esa interrogante y fue lo que nos motivó a abordar este tema. Además, siempre existían muchos relatos por ejemplo sobre la quema de libros o la censura en dictadura, pero nadie quizás lo había abordado desde el ámbito de nuestra profesión en específico.

[00:03:33] – José Fernández

Y ahí parte un poco la inquietud por investigar este tema que tuvo caminos, distintos caminos y después pudimos concretar finalmente la publicación del libro, [basado en] nuestro seminario de título el año 2015. Un camino bien interesante para llegar a eso después. Puedes complementar, María Angélica…

[00:03:52] – María Angélica Rojas

Bueno, primero que nada, también saludarlos, a todos los que nos estén escuchando y agradecer la invitación, tanto a Guillermo Toro que fue mi profesor acá en la UTEM, a Cristian Cabezas también, grandes colegas y decir que, claro, para nosotros esto partió con una inquietud, como bien dice José, de saber lo que le había pasado a nuestros colegas, saber sobre esta historia más allá de los libros, sino también desde lo humano, conocer la experiencia, los traumas y darle voz a esas personas que a lo mejor no la habían podido tener en muchos años, en muchas décadas. Entonces creo que eso es lo lindo de este trabajo, poder complementar el material físico, que es la pérdida muy valiosa de objetos, de libros patrimoniales muchos de ellos, pero también el trauma, el dolor que significó para muchas familias el quedar sin trabajo, el vivir situaciones muy ingratas. Entonces, yo creo que es importante en esta investigación haber logrado profundizar a ese nivel. Y bueno, también aprovecho de saludar a quienes nos entregaron la oportunidad de hacer esto, quienes confiaron en nosotros, que fue Cecilia Jaña nuestra profesora [guía] y al profesor César Cerda Albarracín. Sé que él está con problemas de salud y no me gustaría dejar de saludarlo.

[00:05:24] – Guillermo Toro

En el prólogo, Gabriel Salazar se refiere a este libro como un ejercicio de memoria y de desagravio, incluso dice, hacía el libro. Esta época estaba bastante enterrada en la memoria de Chile. Yo creo que si hay un gran valor de este libro y por qué ha tenido tanto impacto internacional incluso, por qué nos miran tanto, está ahí, en el rescate de esa memoria. Creo que ahí tenemos nosotros mucho todavía por revisar. Creo que este es un ejercicio que no ha terminado. De hecho, yo te preguntaba porque veía que tu libro [físico, el que trajiste] está lleno de etiquetas y apostillas. Y yo dije «es que esto es dinámico, esto se va a seguir descubriendo». ¿Ha cambiado la perspectiva de ustedes con los años, respecto de lo que ustedes mismos publicaron como autores?

[00:06:12] – María Angélica Rojas

Yo creo que sí. Ha cambiado, sobre todo porque hay algunas voces que ya no están. Logramos dejar el testimonio, por ejemplo, de Alberto Villalón, y logramos dejar el testimonio de personas que ya no tienen la oportunidad de dejar estas memorias, pero que las futuras generaciones de bibliotecarios si van a poder encontrar, esas voces, no están silenciadas. Entonces es muy bonito que podamos tener este recuerdo, creo yo, y creo que además fue muy complejo para la época en que lo hicimos. Y claro, en sus palabras podemos seguir encontrando más detalles que a lo mejor en el momento no vimos. Creo que nosotros como estudiantes teníamos una perspectiva mucho menor que la que tenemos ahora, como profesionales, que podemos darle otra vuelta y encontrar más detalles, más profundidad en cada palabra.

[00:07:14] – José Fernández

Sí, sí, complementando también, es cierto. El libro es dinámico. Una vez escuchamos una entrevista de la profesora Diamela Eltit, y decía que -ella ha escrito obviamente muchos libros- finalmente el libro deja de pertenecer a los autores, cuando uno ya lo logra publicar. Como que también, claro, había una apropiación, cuando hemos ido a distintas instancias donde nos han invitado: seminarios, entrevistas, conversatorios con distintos tipos de personas y ahí hubo también un intercambio que se da a partir del libro, que sentimos que también las marcas que nosotros mismos [le vamos poniendo al libro físico] tienen que ver con las preguntas que nos van haciendo o con cosas que nosotros mismos vamos encontrando. Como decía María Angélica, nosotros nos hemos podido desarrollar profesionalmente en ámbitos de trabajo en bibliotecas, en archivos también en mi caso. Entonces, también nos permite que a través de los mismos testimonios de los colegas, darnos cuenta de la importancia de nuestro rol en la sociedad y en momentos a veces incluso muy complejos. No dejo de pensar, por ejemplo, en el testimonio de la hija de María Bustamante, que nos comenta en el libro la decisión que ella tomó, por ejemplo, el mismo día del golpe de Estado, respecto de cómo proteger a los estudiantes, sacarlos de la sede el mismo día del golpe a los que pudo y los libros escondiéndolos en un lugar de la biblioteca. Pero también como ella, por sus conocimientos, como que ya lo veía venir un poco ese episodio tan traumático para nuestra sociedad. Y a veces también me pasa que nosotros, como profesionales de la información podemos captar, a veces desde nuestro ámbito, las cosas que están pasando en la sociedad. O sea, yo lo veo, lo conversamos a veces cuando fuimos a la Universidad de Chile hace poco y también en los últimos conversatorios como, por ejemplo, en ese entonces ya existía que -en el libro lo hablamos- por ejemplo, se censuraban libros para poder instalar otros libros de mentiras, como por ejemplo «el Libro Blanco [del cambio de gobierno en Chile]» y el libro “Chile, ayer y hoy”, que los editaba la dictadura, que hoy día es como lo que vemos con las fake news. Entonces, en ese sentido, [para] nosotros como bibliotecarios esto está ahí, como un llamado de alerta que nos hacían nuestros colegas sobre cosas que ellos mismos veían, incluso antes de los episodios que relatan, [episodios previos al golpe] y que ocurrieron después. Es cierto, es dinámico un libro, porque también van cambiando las lecturas que uno mismo puede hacer y las inquietudes que puede ir abordando.

[00:09:49] – Cristian Cabezas
Alberto Villalón Galdames (1920-2015) foto del año 2006

Bueno, yo quería recordar a don Alberto Villalón, que ya lo mencionaste. Hay varias partes del libro en las que ustedes citan las conversaciones que tuvieron con él, los distintos temas que hablaron con él. Hay uno que me impresionó y quería al menos hacer un parafraseo de lo que dice. Habla de cuando don Alberto y su familia, el año 74, no tenían otra forma de subsistir. Entonces comenzó a transportar personas y a ser carnicero a domicilio. Entonces cuenta una historia de que un día repartía carne en un barrio y un niño chico apareció con una pelota y jugó con él. Entonces, mientras Clara entregaba la carne y cobraba, él jugaba a la pelota. Y así conoció al niño. Después volvió a ir 15 días después al mismo barrio. Y vio al niño y dice que el niño lo vio de lejos, y muy cariñoso lo saludó » ‘¡Hey, carnicero, carnicero!’. Fue como si me hubiesen dado una puñalada. Para este muchacho yo soy un carnicero, y tengo dos doctorados». Cuando yo leí esto me acordé de don Alberto y pensaba, además de las cosas que nosotros sabemos sobre el golpe, a veces pensamos en personas como él, que dedicaron toda su vida a desarrollar la profesión y que se encuentran de pronto privados de esa identidad, de ese ser el bibliotecario que era, o sea, un bibliotecario que llevó la profesión adelante en el país. Entonces uno se pregunta cuántas experiencias como esta hay y lee mucho de eso en este libro. Este libro te transmite mucho eso respecto de la historia de nuestra profesión, de nuestra identidad.

[00:11:52] – José Fernández

Sí, esa parte, como dice María Angélica, es el componente humano. Pero las consecuencias que tuvo [el golpe] para muchos colegas, que yo creo que también lo reflexionamos nosotros, tiene que ver con que muchas veces se han hecho historias de las quemas de libros, pero las bibliotecas incluso no han sido abordadas en la historia del libro. Generalmente no se hace historia de la biblioteca, pero tampoco en esas miradas están presente los bibliotecarios y las bibliotecarias y el componente humano que tienen por ejemplo estos episodios. Pero es sobrecogedor y a nosotros impactó mucho, por ejemplo, que una de las personas que todos con el tiempo supimos que era uno de los fundadores de la carrera, que aparte no fue un proceso fácil, el llegar a tener una escuela de bibliotecología en la década de los 60. Formar profesionales todas las décadas anteriores [al golpe] no es algo generalizado. De hecho, él fue el primer doctor de Latinoamérica.

[00:12:56] – José Fernández

Entonces, cuando hay, como dices tú, hay en el fondo [una] dictadura [que] generó muchas atrocidades y, como bien decías, despojó de la identidad a muchas personas, su derecho a ejercer por ejemplo su carrera. [Así como] Alberto Villalón y María Bustamante, [hubo] gente que terminó -como nosotros lo relatamos en el libro- como Mercedes Bejarano, una profesora de historia que ejercía como bibliotecaria, en la Biblioteca de Puerto Natales, que terminó siendo torturada por negarse a sacar los libros que se le pidió, bajo las órdenes de Roque Esteban Scarpa. Muchas personas que tuvieron que ir al exilio como don Alberto y parte de lo hablábamos al principio, esa inquietud, se respondió en parte con estas entrevistas. Pero también hay una carga muy fuerte. Nos costaba un poco también procesar todo eso, que era necesario profundizar, porque cuando nos sentamos a conversar con ellos, era como que algunos hubieran estado esperando durante mucho tiempo que alguien les preguntara estas cosas. Entonces tenían una necesidad de relatar estos hechos que nosotros notamos y nos transmitían en la entrevista, y creo que ese es un elemento importante de decir.

[00:14:18] – María Angélica Rojas

Bueno, complementando lo que dice José y abordando tu pregunta Cristian, sí, para nosotros fue muy fuerte escuchar el relato de Don Alberto cuando nos cuenta -porque nosotros obviamente conocíamos su trayectoria cuando lo fuimos a entrevistar- y bueno, nos fuimos como llenos de sueños. Él nos decía que le encantaba que fueran estudiantes, le gustaba que fueran a verlo estudiantes y que [eso] no se daba mucho. Entonces el haberlo privado a él, que fue uno de los organizadores, por ejemplo, de la biblioteca de la UTE, él nos contaba de la biblioteca de la Universidad Técnica del Estado, también que había estado organizando la de Concepción, creo que también estuvo, fue participe. Tuvo un rol súper importante en las bibliotecas chilenas. Entonces de repente verse en otro país exiliado, o vendiendo carne fue súper fuerte y que lo reconocieran por eso. Fueron las situaciones de exilio que también nosotros conocimos. También nos contaba Marlenne Miranda sobre el exilio que ella tuvo. O lo que le pasó a la directora del Instituto Pedagógico, Ana María Bustamante, que no pudo ejercer, que fue exonerada.

[00:15:41] – María Angélica Rojas

Y así pasó con varias bibliotecarias y bibliotecarios que no pudieron seguir realizando su profesión, que era lo que ellos amaban hacer, lo que les gustaba, estar con los libros, con la cultura y fueron despojados de eso. Fue súper fuerte. Claro, nosotros a lo mejor sin ser periodistas, simplemente por la curiosidad de conocer esas vivencias, nos llevamos una carga [muy pesada]. A nosotros nos costaba transcribir cuando teníamos que revisar las entrevistas. A veces terminábamos con harta pena, porque como bien dice José, nuestra profesión ha sido por años tan invisibilizada. Nosotros como que no existiéramos para el resto de las profesiones, como que fuésemos simplemente los mediadores. Como que hubiese un botón mágico, que las cosas aparecen de repente, todas las fuentes de las bibliotecas aparecen y están como por arte de magia y no porque hay un profesional que está trabajando para que eso esté. Eso también ocurre y ocurrió en ese entonces, y cuando nosotros llegábamos a entrevistar a los bibliotecarios era como que nos estaban esperando, como que por fin llegó alguien y me pregunta qué es lo que me pasó y nos entregaron esas memorias y fue, como les contaba, muy fuerte pero muy bonito, porque pudimos plasmar en un libro lo que le pasó a los bibliotecarios chilenos y yo no sé si en algún otro país de Latinoamérica hay algo así todavía. No lo sé. Creo que no. Quería mencionar a María Elena Aliste, la bibliotecaria más joven que entrevistamos, ella llegó el 75 a trabajar a la Universidad de Chile y ella después, años después de que la entrevistamos, le dio Alzheimer.

[00:17:49] – José Fernández

Un Alzheimer prematuro.

[00:17:53] – María Angélica Rojas

O sea, la entrevista es lo único que queda. Son cosas súper fuertes, pero que es importante que hayan quedado, porque quedan en nuestra historia y queda el registro de que los bibliotecarios sí lo pasaron mal. O sea, hay un grupo de bibliotecarios que lo pasó mal.

[00:18:12] – Guillermo Toro

Hablando de los libros y las bibliotecas, nosotros entendemos el libro como un objeto cultural valioso de transmisión del pensamiento. Uno podría no estar de acuerdo con lo que piensa alguien o un autor, pero es valioso que el autor tenga la libertad de expresar lo que piensa y que los demás tengamos la libertad de interpretar lo que piensa y criticarlo, hacer una lectura crítica. Pero ya cuando los libros se convierten en objeto de persecución, estamos en un escenario casi de anti-utopía, como el Fahrenheit 451, donde ahí tenían que memorizar los libros. «Yo soy el Quijote de la Mancha», decía una persona, porque habían hecho desaparecer los libros. Esto de perseguir a los libros y con ello a la biblioteca, nos lleva a los peores escenarios anti utópicos, distópicos, lo asociamos con el régimen nazi. En el caso de Chile, esto responde a una doctrina de seguridad nacional. Ustedes lo dicen en el libro que además pasa la frontera de los países de América y se impone Chile. Existe el concepto que ustedes traen también de biblioclastía, que lo asociamos a iconoclastia. En el fondo, destruir todo lo icónico y con eso destruir los libros y las bibliotecas.

[00:19:41] – Guillermo Toro

Es eso realmente como está en la misma cubierta del libro, se traduce en una quema de libros en Chile y en una razia que se hace sobre la biblioteca e incluso en la Biblioteca Nacional de Chile fue en un momento allanada. Todo eso me imagino que ustedes, siendo estudiantes jóvenes, no sé, no habían ni siquiera soñado que era parte de nuestro pasado reciente, porque una vez más lo digo, esto estaba muy cubierto, muy tapado. Había un tupido velo aquí, sobre todo este tema y es un tema que, aún hoy día, en el siglo 21 nos cuesta. Y hablamos neutralmente como interventores para nombrar a personas, por ejemplo. ¿Qué impacto recibieron ustedes en ese momento como estudiantes al investigar esto y al saber de estas quemas? Yo creo que algo se sabía, pero no al nivel en que ustedes llegaron a tener documentación que refrenda lo que están diciendo. Ustedes tienen ahí en el libro copias de decretos firmados con nombres de personas. Es un testimonio directo de esa historia oculta.

[00:20:47] – José Fernández

Sí, es cierto. La palabra es que nos impactó, como futuros profesionales. Después cuando seguimos investigando, cada vez que encontramos nuevos testimonios, de este plan sistemático en el fondo para abordar uno de los aspectos [no tan mencionados de la dictadura]. Se habla mucho de los pilares de la dictadura, por ejemplo, de la AFP, de la salud, de esos elementos muy esenciales y no se habla mucho del ámbito cultural. Entonces nos encontramos nosotros, había una reflexión que hacíamos con el profesor Cesar Cerda cuando hicimos la formulación del marco teórico, que él habla de que esto fue un fenómeno que se dio en extensión y profundidad, el tema de la censura. Entonces cada fuente que fuimos encontrando, cada testimonio, fue refrendando esa teoría de que, esto es algo que se dio a lo largo de todo el territorio, pero también incluso a un nivel de profundidad, que la gente que es ajena a nuestra profesión no se imagina, como por ejemplo que los militares llegaran a ciertos campos del Dewey a buscar los libros que están en el 300, por ejemplo, en una biblioteca. Todo lo que son las ciencias sociales. Esto en el fondo da cuenta de que cuando hablamos de la historia, como bien decía el profesor, pudo ser una razia en un comienzo. En el libro hablamos de «Operación Limpieza», que fue para generar un shock. Ahí nos sumamos a la teoría que tiene Naomi Klein y después se fue institucionalizando la censura en cuerpos, como por ejemplo lo que hizo la DINACOS después, ya a mediados de la década de los 70 y los años 80. Pero a nosotros nos sigue pareciendo fuerte que lamentablemente estos temas como sociedad chilena, pasen «colados» porque vienen de una trayectoria, también de una vocación de censurar desde el poder y que a mí me preocupa. En el ámbito de declarar que uno aspira a una sociedad mejor, se busca una utopía social, más democrática. Pero está el peligro de la anti-utopía o distopia de una sociedad censuradora, que es lo que nosotros vimos ahí reflejado y que podría ocurrir. No sé si Angélica quiera agregar algo…

[00:23:04] – María Angélica Rojas

Sí, sí. En nuestro libro el subtítulo es «Limpieza y censura en el corazón de la universidad». Justamente porque nosotros también nos basamos en un libro que se llama «El golpe estético», que tiene que ver justamente con las imágenes que la dictadura propagó. Por ejemplo, la moneda de 10 pesos, con el símbolo de la libertad, la llama de la libertad, el borrado de los murales de Matta. Todas esas cosas que se llamaron y estuvieron en los periódicos, en la revisión de periódicos que nosotros hicimos en la Biblioteca Nacional se llamaba la «Operación Limpieza». Nosotros dentro del libro también mencionamos la «Operación Limpieza». Esa operación también estuvo en el libro, llegó al libro. Llegó al objeto libro como tal. Entonces se perseguía a las personas que tuvieran libros de la Unión Soviética o sobre China, sobre diversas cosas. Cuando fuimos a entrevistar a las bibliotecarias de la Universidad de Chile, nos hablaban, por ejemplo, de que ellos sacaban las revistas, incluso en la biblioteca de música, sacaban las revistas que eran de la Unión Soviética, de China.

[00:24:22] – María Angélica Rojas

Entonces sí tenían un componente. Lo que ocurrió en las Torres San Borja también tiene que ver con eso de mostrar una imagen, de quemar libros. Esta foto que toma Koen Wessing, que nosotros ponemos en la portada acá, son una forma de shock, de imagen, de mostrar lo que está mal, lo que estamos limpiando con fuego, lo que el picar los libros de la editorial Quimantú fue el destruir lo que está mal, limpiar este país de lo sucio, de lo feo, de lo malo. Entonces, claro, claro que sí, hubo una persecución que tiene que ver con esta imagen. La imagen tiene mucho que ver con lo que se le quiere decir al ciudadano común.

[00:25:09] – José Fernández

Sí, cortito. Por ejemplo, aquí en la escuela, el profesor y colega Sergio Fredes hizo un proyecto para registrar los murales. Todos los testimonios ciudadanos, todas las huellas que fueron dejando en los muros.

[00:25:26] – Guillermo Toro

Voces en el muro. Se llama vocesenelmuro.cl

[00:25:31] – José Fernández

Exactamente. Nosotros conversamos, de hecho, en la Biblioteca Nacional, por ejemplo, salió un manifiesto de trabajadores durante el estallido, donde el llamado era a no borrar, por ejemplo, las huellas que iba dejando la gente en la biblioteca, los rayados, incluso hay un lienzo muy grande que decía «la poesía está en la calle». Y en contraposición, por ejemplo, a las autoridades en ese contexto todos los días estaban tratando de borrar murales artísticos, etc., etc. Entonces, aquí teníamos colegas que trataron con los medios existentes hoy día de resguardar eso, versus una vocación de limpieza, como decía Angélica, como de considerar sucias esas manifestaciones culturales. Entonces esas tensiones siempre están presentes. Yo creo que cuando hablamos de qué nos pasa con el libro, a veces nos pasa que siempre estamos viendo que se dan esas disputas constantemente en nuestra sociedad.

[00:26:24] – Cristian Cabezas

Sólo un último comentario. Cuando se habla de Fahrenheit, la pregunta que se hacía Bradbury era «bueno, ¿es necesario quemar los libros? En realidad, lo que basta es que la gente no lea». La pregunta también es más grande, es cultural. Nosotros somos gente de libros, por decirlo así, y por eso nos importan. Y vemos también el libro de una forma que quizá otros no la ven y por eso nos toca. Y sentimos que la pregunta también es ¿cómo, como sociedad, hablamos de esto? ¿Cómo, como sociedad, pensamos esto en el futuro? Y por eso les agradecemos también el trabajo, porque es un trabajo que ayuda a avanzar en esa dirección y es muy valioso por eso.

[00:27:18] – Guillermo Toro

Claro, Yepo nos lleva a conversar, también es dinámico, como los libros. Sigue siempre uno después de un capítulo que graba o escucha, pensando un poco. Ayer yo reflexionaba con un colega sobre lo que nos decía el profesor Gonzalo Oyarzún en un Yepo pasado justamente, y me decía «Profesor ¿es verdad esta cifra, que el 50% de la población activa laboralmente no tiene la enseñanza media o la licencia secundaria? Y él se sorprendía mucho y yo le decía «mira, a lo mejor tú estás viendo Santiago, Chile, tu entorno, pero la verdad es que, si tú miras el país completo, si piensas en las regiones, donde no hay ni librerías, uno quiere comprar en un pueblo un libro y no hay una librería, con suerte la gente lee la portada del diario»

[00:28:07] – Guillermo Toro

Realmente yo creo que la cifra es así, es real y eso nos tiene muy detenidos, no solo económicamente, sino también espiritualmente, culturalmente, como nación. Así que muy cierto lo que plantea en este caso Cristian sobre Bradbury. Y se está cumpliendo hoy lamentablemente esto de que no se están quemando los libros, pero como no hay una habilidad para leer, para interpretar los mensajes correctamente, estamos expuestos a lo que nos digan. El que no lee por sí mismo tiene que creer lo que le dicen.

[00:28:41] – José Fernández

Somos vulnerables como sociedad, generalmente al poder.

[00:28:45] – María Angélica Rojas

Y al engaño. De hecho, en España están sacando una ley contra el engaño, [por] el derecho a no ser engañados. Si es súper importante el tema del libro, porque en el fondo, algunos teorizan sobre el libro como un ser humano, como el libro-hombre se habla, como que tiene una desgracia compartida con el ser humano, que cuando se quema el libro, quemar libros equivale a matar.

[00:29:15] – Guillermo Toro

Quedamos una vez más sorprendidos nosotros mismos de nuestra profesión y de la misión que tenemos y el rol. Cada vez le tomamos más el peso a través de Yepo a la misión profesional de los bibliotecarios. Aun cuando no nos conozcan, aquí estamos y seguiremos estando. Muchas gracias por la visita, José y María Angélica.

[00:29:36] – José Fernández

No, agradecidos nosotros, profesor y Cristian, gracias por la invitación. Muy necesario, estos espacios. Es muy importante lo que están haciendo a través de Yepo, ayudando a difundir el rol que tenemos como bibliotecarias y bibliotecarios en nuestra sociedad.

[00:29:55] – María Angélica Rojas

Junto con agradecer también invitarlos a leer, a leer «El golpe al libro» ha sido súper difundido en varias bibliotecas, varios países, ha sido analizado, tiene algunas reseñas, pero de todas maneras siempre es bueno leerlo. Ojalá, para las nuevas generaciones, no olviden estas voces que vivieron en unas épocas no tan felices y que también tuvieron que vivir cosas y sus consecuencias, las consecuencias de la dictadura. Entonces ojalá que puedan tener el acceso.

[00:30:28] – Cristian Cabezas

Muchas gracias.