Episodio 40: vas recogiendo historias que, al final, tienen importancia

Conversamos con Rodrigo Cordero Ahumada, un bibliotecario escolar con 39 años de experiencia en el Colegio Sagrados Corazones de Alameda (SS.CC.). Rodrigo narra cómo fue para él, originario de Mandinga, localidad cercana a Melipilla, estudiar la carrera de Bibliotecología en la Universidad de Chile en 1980. Destaca la conexión y formación integral en los cursos del currículo de su época.

Rodrigo comparte hitos de su experiencia laboral en la biblioteca de los SS.CC., donde ha implementado distintas iniciativas, incorporando elementos de la historia del Colegio y su patrimonio archivístico y artístico. También menciona su rol como dirigente sindical y cómo ha logrado mantener una relación profesional positiva con las autoridades del colegio a lo largo de los años.

Además, destaca la importancia de contar con un bibliotecario profesional en las bibliotecas escolares, enfatizando que su formación y habilidades son únicas y esenciales para el buen funcionamiento de estos espacios. Da cuenta de cómo instituciones longevas como el Colegio de los SS.CC de Alameda se entremezclan con la historia de Chile y de como la biblioteca puede reflejarlo.

Finalmente, Rodrigo anima a los/as futuros/as bibliotecólogos/as, les invita a colegiarse y a enfrentar con entusiasmo y creatividad los desafíos del mundo laboral.

Rodrigo Cordero, Guillermo Toro y Cristian Cabezas grabando el episodio 40 en la Escuela de Bibliotecología UTEM

Esta es una transcripción ligeramente editada de la conversación de 26 minutos.

[00:00:00] – Guillermo Toro

El Yepo número 40 nos sorprende con un auténtico ochentero. Por fin tenemos acá a un auténtico ochentero. A Rodrigo Cordero Ahumada. Él es bibliotecario del Colegio Sagrados Corazones de Alameda desde hace 39 años. Bibliotecario titulado en la Universidad de Chile, porque él ingresó en el año 1980, a primer año de la carrera, y que venía desde Mandinga. Ya nos va a contar dónde queda Mandinga. Él, además, es diplomado en Archivística por la Universidad Alberto Hurtado y, entre otras cosas, es abogado. Abogado por oficio -dice él-, porque es bibliotecario de profesión. Te damos la bienvenida Rodrigo, junto a Cristian Cabezas, director de Yepo.

[00:00:49] – Cristian Cabezas

Hola, Rodrigo. Buenas tardes. Muchas gracias por estar acá. Comencemos. Cuéntanos de tu carrera, que es muy extensa, y cómo en esa carrera has valorado o te ha parecido importante relacionarte con esta actividad escolar tan particular.

[00:01:07] – Rodrigo Cordero

Mira, las vueltas de la vida son muchas. Yo quería estudiar Química y tenía una prima que estudiaba en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Antes se daba la PAA (Prueba de Aptitud Académica) y se postulaba 12 veces. Tenías que postular a 12 carreras. Yo había postulado a todas las químicas que había: química y farmacia, postulé en Valparaíso, Concepción, y quedaba un cupo. Y llega una prima mía que estudiaba -ya estaba casi terminando pedagogía en biología-, y me dice: «Oye, allá está la carrera de bibliotecología». Le pregunto: «¿Y qué es eso?» Bueno, me cuenta un poco, mi prima era una fanática lectora y era una devota de la biblioteca, de la gran biblioteca que había en el campus Macul, una biblioteca preciosa. Y me dice: «Estudia eso y nos vamos temprano, nos vamos juntos y todo». Y puse la opción. Puse Bibliotecología y me volví. Me volví, hice las postulaciones, me volví a mi Mandinga querido. Mandinga queda entre Popeta y Culiprán, entre Tantehue y Quincanque, cerca de Melipilla, cerca de Rapel. Y bueno, fue una tarea complicada al principio, porque yo, [era] mandingano, y no había entrado nunca uno a la universidad, yo fui el primero. Hoy día, afortunadamente, no. Hoy día, afortunadamente, en todas las casas hay profesionales universitarios, lo que habla un poco también de los últimos años.

[00:02:24] – Rodrigo Cordero

Y entré a estudiar a la Universidad de Chile siendo adicto a los cuentos, pero siendo poco lector. Yo era una persona que todos los días tenía la suerte de recibir un cuento de mi madre y los otros cuentos los recibía en una cantina que había en mi casa de los típicos mentirosos de campo, que son cuentos que -afortunadamente, he recopilado algunos-, he recopilado como cuatro cuentos, y tengo una hija que es artista, los hemos ilustrado, tenemos unos ahí en proyecto. Y cuando yo llegué a la Universidad de Chile, por lo tanto, llegué del campo, una de las cosas que me fascinaba de la carrera era cómo estaban conectados los ramos. Yo cuando veía los ramos, veía un ramo de inglés, historia del libro, introducción a la bibliotecología, filosofía, y veía cómo de repente estas cuestiones se empezaban a mezclar entre todos los ramos. Y había clases fascinantes, porque esa era una de las cuestiones que tenía el campus Macul, que los profesores que ejercían, o sea, siempre recuerdo el profesor de inglés, por ejemplo, que el profesor podía estar 20 minutos hablando de la historia de una palabra. Esa cuestión era fascinante. Y lo otro que era complicado era que a menudo, en cada clase, en promedio había unas ocho o nueve palabras que yo no había escuchado nunca.

[00:03:42] – Rodrigo Cordero

Y empecé a realizar una tarea, digamos, que era anotar todas esas palabras al lado de mi cuaderno. Y yo soy hijo único, entonces la soledad en muchas cosas me acompaña y en muchas cosas que he hecho solo. Partía solo a la biblioteca, al cuarto piso, y empezaba a buscar todas las palabras, anotaba después de cada clase todas las palabras y la definición de cada una. Y después de un tiempo de hacer ese ejercicio, evidentemente una de las primeras cosas que pasa, casi por osmosis, es que tu lenguaje empieza a mejorar. Empieza a mejorar y tú empiezas a entender un poco lo que los profes querían, lo que los profes decían, un poco esta formación tan universal que había en la Universidad de Chile en ese tiempo. De hecho, nosotros como carrera, fíjate que eran aproximadamente más de 150 electivos. Teníamos la malla curricular y los electivos. Decía electivo general y tú elegías. Y podías elegir, por ejemplo, un electivo en la escuela de lenguas muertas. Era una cuestión fascinante. Había ramos deportivos también, yo siempre he sido pelotero. De hecho, jugando por la facultad de filosofía, perdí una rodilla. Hoy día tengo una prótesis en la rodilla, pero esa es una historia larga y aparte.

[00:05:00] – Rodrigo Cordero

Pero yo me acuerdo de que empecé a leer de una manera descomunal, como nunca había leído. Porque, además, en ese tiempo, no sé cómo lo hacen ahora, pero las tareas de clasificación eran muy prácticas, tenías que procesar libros, de hecho, te pasaban libros, que los tenías que entregar después. Y en la biblioteca de Bibliotecología, que era una biblioteca chica, que estaba en lo que se llamaba la Jaula de las Locas, que era un edificio precioso, te pasaban los encabezamientos de materia, unos libros que pesaban aproximadamente dos kilos y medio cada uno. Y tú te los llevabas, el viernes te los prestaban y el lunes tenías que devolverlos. La profesora de clasificación, la profesora Alicia Gaete, no me acuerdo cómo se llamaba la ayudante que tenía, pero de la profe me acuerdo, porque fíjate cómo se van dando las conexiones. Ella procesó por primera vez la biblioteca donde yo iría a trabajar después. Me enteré unos años después. Mi señora es bibliotecaria también, Elizabeth Jiménez, y ella era más matea [mejor alumna] que yo, porque había estudiado en Las Condes, yo había estudiado en Melipilla. Y fíjate que ella egresó un año antes. Entonces, a ella le ofrecieron esta pega porque ella adoraba la biblioteca escolar.

[00:06:13] – Rodrigo Cordero

Biblioteca del Colegio de los Sagrados Corazones Alameda

La Eli lo único que quería era trabajar en una biblioteca escolar. Y nosotros empezamos a pololear estando en la universidad, fuimos una de las parejas que se armó y a pesar de usar todos los oficios de los ginecólogos del servicio médico de la Universidad de Chile, hubo una falla en el sistema y quedamos esperando a nuestra hija mayor. Y por lo tanto, cuando a la Eli la recomendaron para trabajar en el colegio de los Sagrados Corazones, y cuando fuimos, el profe que la vio, vio que estaba como gordita, entonces le dijo: «Mira, hagamos algo, que se quede Rodrigo unos seis meses en esta pega y tú después retomas la pega». Y aquí estoy, por 39 años, no devolví más la pega. Pero fíjate que el encuentro con esa biblioteca, si es que existe el amor a primera vista con una biblioteca, fue así de llegada y dije: Aquí me quiero quedar, y no me quiero ir nunca más. Y no me quise ir nunca más porque, además, fíjate que se dan cuestiones que a lo mejor algunas no tienen que ver tanto con lo profesional, pero yo tuve la suerte de que todos mis hijos se educaron en el colegio.

[00:07:15] – Rodrigo Cordero

Y tuve la suerte de siempre tener jefes que, por esta cuestión de gratitud que hay hacia las bibliotecas, yo siempre he sentido el apoyo de las autoridades del colegio. Incluso es curioso, porque yo he sido dirigente sindical y créeme que nos hemos agarrado fuerte de repente, pero siempre ha habido una distinción entre lo profesional y lo sindical. Y eso ha hecho que nosotros transformemos la biblioteca también en otras cosas. Bueno, la biblioteca, cuando la empezamos a procesar, era de manera manual. Tenía un catálogo de fichas hasta que llegó un programa maravilloso que se llamaba KNOSYS, en lenguaje C. Luego apareció Alexandria, hace muchos años ya y con Alexandria nos quedamos. Con Alexandria nos quedamos y la verdad es que en su categoría, con la propuesta que tiene Alexandria, es insuperable. Yo no he visto otro que sea, de todos los que he visto, no he visto otro que sea mejor y que tenga mayor condensación de todo lo que necesita una biblioteca escolar en una base de datos documental. Entonces, nosotros empezamos a trabajar en la biblioteca y yo creo que, yo creo que, ponte tú que hay ramos como la historia del libro, con un libro que no sé si usarán todavía, que se llama «La historia empieza en Sumer».

[00:08:27] – Rodrigo Cordero

Ese libro me abrió horizontes, me abrió la vista hacia una cuestión que nunca había hecho, además que fíjate que el profesor [Fernando] Astorquiza, en su clase, hacía un ejercicio que era casi de colegio, pero lo que el profe hacía era maravilloso porque te conectaba con la cultura. Tenías que hacer un objeto de los sumerios, un objeto de uso diario en los sumerios, un objeto que de verlo supieras que era de los sumerios, que podría haber estado en alguna casa de algún sumerio. Y aparecía toda la creatividad. Yo fui medio fome, hice un Asurbanipal en un jabón Popeye, pero me quedó espectacular. Pero había compañeros que habían hecho papiros, que hicieron libros, reproducciones, los más hicieron tablillas de arcilla con cuños, fue maravillosa esa cuestión. Yo me acuerdo siempre, porque cuando llegué al colegio, uno de los temas que había era que la biblioteca era preciosa, maravillosa, pero nadie entraba, no entraba nadie. O sea, prestábamos cinco libros a la semana. Entonces, claro, en parte porque -ahí ya nos metemos de lleno en lo que es el trabajo, en realidad- es que es una cuestión que hoy día además tiene mucha vigencia también y que es el tema del expurgo.

[00:09:43] – Rodrigo Cordero

Cuando tú llegas a una biblioteca que está funcionando, que tiene muchos años, necesariamente hay que pegarle una mirada a la colección. Porque en realidad en una biblioteca escolar en sí o una biblioteca CRA, digamos -que el CRA no es ninguna otra cosa que una biblioteca escolar funcionando perfectamente-, hay cuatro elementos que son muy señeros. Primero el edificio. O sea que sea un edificio acorde a lo que se va a hacer, con una iluminación adecuada, con una temperatura adecuada, por todo lo que significa contenido bibliográfico, y ahí particularmente en ese tiempo, y ahora con los CRA no tanto, porque hay muchas más materialidades, una colección que sea acorde a los objetivos, en este caso, educativos que tenga la institución. La otra pata de la mesa es, por supuesto, el personal. Yo en esto sí que no transo, porque la experiencia me lo ha enseñado. No hay ninguna biblioteca escolar que funcione bien, que no esté a cargo de un bibliotecario. O sea, conozco bibliotecas que tienen recursos superbuenos sin estar a cargo [de un profesional] y no funciona de la misma manera. Allí hay algo en el ADN del profesional que mira y no ve solo libros.

[00:10:51] – Rodrigo Cordero

Y ahí, es absolutamente valida la distinción entre bibliotecario y bibliotecólogo. En el colegio siempre digo que soy bibliotecólogo y exhibo el carné, porque en el carné alguien, algún colega astuto, puso bibliotecólogo, porque ahí hay otro tema con los administrativos. Entonces, yo lo exhibo siempre y lo pongo. De hecho, en mi sindicato -se van a reír- pero creé un estamento de bibliotecólogos. Yo cateteo a todos los colegios y les digo: «Pero hagan un estamento de bibliotecólogos, porque no tienen nada que ver con el resto». Son profesionales de apoyo, en cierto sentido. Pero no como psicólogos, no como psicopedagogos, pero tienen una formación universitaria, por lo tanto, tienen que hacerlo. Y trato de compartirles las tablas de perfeccionamiento y las tablas de crecimiento que nosotros hemos desarrollado, porque son válidas en cualquier lugar. Y el otro elemento, son los servicios. O sea, tú puedes tener un excelente profesional, una muy buena colección en un buen lugar, pero si no tienes servicio, no tiene sentido. Y fíjese que durante mucho tiempo esos cuatro elementos combinados funcionaron muy bien. Pero hoy día, en realidad, por cómo se dan las relaciones interpersonales, incluso a propósito de la ley Karin, lo que significa realmente cómo se puede dañar a otro desde la biblioteca igual.

[00:12:03] – Rodrigo Cordero

O sea, cómo realmente prestándole un libro a un cabro chico que no le corresponda, tú puedes alterar severamente y podría eventualmente considerarse como una especie de atentado contra la dignidad del niño, que tenga acceso a un material que no es el que le corresponde, que es una cuestión… Hay una línea super delgadita ahí. Entonces, hay dos elementos hoy día que, por esta realidad que te digo, necesariamente hay que considerar a la hora de hablar de una biblioteca escolar, uno es el cuerpo docente. O sea, una buena biblioteca no puede nunca abandonar sus objetivos solo a la creación profesional sin considerar al cuerpo docente. No se puede. Y en las distintas asignaturas. Y lo otro, es una consideración hacia los padres. Hoy día hay una crisis tremenda, o sea, podría abundar, pero no es el tenor de esta conversación, sobre la crisis de la lectura como una forma de aprehender y aprender. Y allí los padres son importantísimos. Y claro, cuando tienes profes que no leen y papás que no leen, ¿cómo criticas al niño y se critica en la escuela que no lee? Porque hay cosas que tienen que ver mucho con el ejemplo, mucho, mucho, mucho, mucho.

[00:13:12] – Rodrigo Cordero

Y de hecho, hay sistemas que están volviendo atrás sobre cuestiones que son obvias, pero que se dejaron de lado. Por ejemplo, en la educación cívica, las bibliotecas son tremendamente importantes por facilitar espacio. Por ejemplo, nosotros hemos, durante mucho tiempo -y este es un servicio que nunca queda registrado, pero es un servicio que casi todas las bibliotecas escolares dan- [trabajamos con] las sociedades de debate. Existen en muchos lugares, son muchas universidades las que tienen muy buenos debates, la Universidad Diego Portales, la Universidad de Santiago, por citar solo dos, y los chiquillos van y exponen. Y la nutriente [es la biblioteca], nosotros tenemos unos superbuenos debatidores y tenemos chiquillos que han ganado las categorías y todo, y toda la entrega de material es precisamente de la biblioteca. Entonces, ¿cómo, si el bibliotecario no lee, no se informa, va a poder dar ese servicio? [En los debates] generalmente son temas de actualidad, pero que es una cuestión que el bibliotecario tiene que tener. Y ahí de nuevo, volvemos a las otras dos patas de la mesa. Pero también tiene que haber una suerte de autorizaciones de los padres para que los hijos participen en ciertos debates, porque hoy día, por ejemplo -sobre todo yo que trabajo en un colegio de iglesia-, el tema de género, las discusiones de género, las discusiones respecto a una serie de cuestiones tienen que ver también con cómo en la casa están enseñando a los niños.

[00:14:30] – Rodrigo Cordero

Entonces, el colegio tiene que tener cierta línea, pero ahí de repente se crean conflictos, a veces no son mayoritarios, pero se crean conflictos que acarrean problemas que derivan en una cuestión administrativa, porque la superintendencia [de educación] agarra todo y pasa metida en los colegios viendo precisamente ese tipo de cuestiones. Entonces, al final tienes una suerte de responsabilidad, pero también de participación en la generación de opiniones en los colegios. Exponiendo a través de videos murales o exponiendo a través de las redes que las bibliotecas generan. Bibliotecas que tienen blog, bibliotecas que tienen distintos tipos de redes donde también van entregando opiniones. De hecho, la segmentación o la selección de materiales también tiene que ver con eso.

[00:15:16] – Guillermo Toro

Conversar también significa guardar silencio. Nosotros hemos estado escuchando atentamente a Rodrigo, de verdad, porque tiene mucho que contarnos sobre esta experiencia desde los inicios de su carrera profesional y todos estos años, 39, casi 40 años, ya en el Colegio de Sagrados Corazones de Alameda. Se podría decir que en los albores de la República nace el Instituto Nacional, lo laico, y están los colegios de diferentes confesiones. Y ahí aparece el Colegio Sagrados Corazones de Alameda, que se funda y que de alguna forma representa este lado espiritual, católico, de la espiritualidad católica, dentro de los colegios. Hay un trabajo grande, me imagino, de rescate del patrimonio de este colegio, que tiene tanta historia. ¿Tú has estado en ese trabajo también?, estudiaste un diplomado en Archivística, ¿con qué te has encontrado en este colegio?

[00:16:04] – Rodrigo Cordero

Mira, las dos esferas, dos formas de acceder a la verdad. Recordemos que para acceder a la verdad está la ciencia, la filosofía, la religión y el arte. Entonces, en la perspectiva del arte, uno de los artistas consagrados, digamos, más importante que ha generado este país es Roberto Matta. Roberto Matta es exalumno del Colegio de los Sagrados Corazones. Y fíjate que hace aproximadamente unos siete años, vino una productora de la televisión francesa a propósito de un doctorado de la Sorbona, de un doctorado donde ellos estaban revisitando todo el movimiento surrealista. Y si ustedes piensan, imagínense cualquiera de las obras de Matta; ahora imagínense la realidad microcelular, una ameba, una célula partida por la mitad. Tiene mucho que ver con la representación que Matta hace. Entonces, un francés, uno de los candidatos a doctor, dijo que eso tenía que ver con la formación que tenía Roberto Mata. Y entonces, vamos a ver dónde estudió, y llegaron al colegio, y vamos a ver las notas. Y en el colegio teníamos procesadas todas las actas del mil novecientos veintitantos hasta la fecha. Y fíjate que lo que ellos concluían, bueno, tenía muy buenas notas en historia natural. Que, dicho sea de paso, el colegio es un colegio confesional, es un colegio que educó a una parte importante de la aristocracia y, políticamente, de la derecha conservadora fuerte en Chile.

[00:17:34] – Rodrigo Cordero

Y a mucha la gente del gremialismo -incluso ya más ochentero-, que también se educó en el colegio. Pero también en el colegio estuvo Ronaldo Muñoz, un sacerdote brillante, una de las mentes más brillantes en América Latina sobre la teología de la liberación. Se hace llamar un teólogo de población, brillante, exalumno del colegio de los Sagrados Corazones. El Padre Esteban Gumucio, que -a propósito del Padre Esteban Gumucio, él es beato hoy día-, es declarado siervo de Dios, ¿no es cierto? Y para que alguien sea santo, una de las cosas que tienen que aportar al Vaticano son las notas. Y nuevamente, volvemos a lo mismo: en el archivo patrimonial, están las notas, ahí estaban las notas del padre, se mandaron a Roma. ¿De dónde se sacaron? Del colegio. Porque los curas tienen un archivo, pero nosotros ahí siempre hemos estado peleando por el archivo. Y ahora estoy enfrentando otra cuestión, porque en realidad, como los curas ya se fueron, había una idea de que esto era del Arzobispado, no de la congregación. Yo, esa cuestión, mientras esté en el colegio, no la voy a permitir, porque es parte de la historia.

[00:18:34] – Rodrigo Cordero

Entonces, el colegio tiene que ver con muchas cuestiones que son trascendentes. Por ejemplo, qué sé yo, el 11 de septiembre de 1924, se da un golpe de estado en este país. Y el golpe de estado se lo da Altamirano a Alessandri. Ambos exalumnos de Colegio de los Sagrados Corazones. Se agarraban a patadas en el patio jugando la pelota, bueno, uno de ellos le dio el golpe de estado al otro. En la participación del golpe de estado del 11 de septiembre, en 1973, Pinochet y Allende eran exalumnos de los Sagrados Corazones. No de Santiago, pero eran exalumnos de los Sagrados Corazones. Entonces, te fijas que los curas igual tenían que ver, eran superconservadores, pero tenían que ver con una serie de cuestiones. O sea, de hecho, [Roberto] Garretón, Premio Nacional de los Derechos Humanos, es exalumno del Colegio de los Sagrados Corazones. El otro, [Manuel Antonio] Garretón Merino, ideólogo del Partido Socialista, es exalumno del Colegio de los Sagrados Corazones. Uno de los creadores del Mapu, el otro [Oscar Guillermo] Garretón, también es exalumno del Colegio de los Sagrados Corazones. Entonces, hay una variedad también en la formación. Y respecto al patrimonio propiamente tal, el colegio tiene al menos, ponte tú, una pieza en la capilla que es una labranza de una fundición francesa que se llama Val d´Osne, que es un Vía Crucis y que es en Chile, según el último libro de arte sacro, es la pieza mejor conservada en su estilo en Chile.

Via Crucis de Val d´Osne

[00:19:55] – Rodrigo Cordero

Y los vitrales más antiguos de Chile y los más cuidados, que son hechos por artesanos, algunos de la Catedral de Chartres. Los que estaban en la iglesia de Carabineros de Chile eran los más antiguos, porque son de 1861. Y los que nosotros tenemos en el colegio son del mismo taller y son de 1891. Hoy día, los vigentes y que están instalados más viejos en Santiago, son precisamente los del colegio. Esas son dos piezas patrimoniales que son únicas en el colegio, únicas. Y que, afortunadamente, fíjate que las reconstruyeron porque en el terremoto de 1985, los vitraux se expanden porque tiene mucho peso, tiene plomo y se van hacia adentro y explosionan. Se rompieron algunos y los reconstruyeron con dinero de una fundación alemana y los reconstruyeron todos y eso quedó ahí en un trabajo que tiene para muchos años más. Así que patrimonialmente, esos son dos de los tesoros y el otro tesoro que tenemos -es un tesoro que, al igual que en el Café Torres, donde echaron un muro abajo y apareció una cava entera-, bueno nosotros echamos un muro abajo y aparecieron nueve álbumes fotográficos. Preciosos, preciosos. Fíjate que, bueno, no vamos a hablar de milagros aquí, pero fíjate que no sé cómo se conservaron, estuvieron en un entretecho.

[00:21:20] – Rodrigo Cordero

Hay dos enemigos mortales de la fotografía: el calor y el sol. Y esto estuvo 30 años, metido en un techo. En un techo donde hay barro abajo y zinc arriba. Y las fotos estaban impecables. Y ese es nuestro archivo, con el cual la biblioteca ha generado ya una historia entera del colegio y hemos generado otros documentos, dentro de otras cosas que hemos hecho. Hemos generado ya casi 80 pendones que cuentan historias del colegio, a los niños. Para no contarles toda la historia, tenemos pinchazos de cosas que han pasado en el colegio y que son super interesantes. Por ejemplo, quién se iba a imaginar que el autor de El Principito, Antoine de Saint-Exupery, estuvo en el colegio conversando con los alumnos y le dice a un chico de primero básico: ¿Qué quieres ser cuando grande? Y el chico le dice «Aviateur». Ese que dijo que quería ser piloto, fue cura, del colegio. Pero además fue piloto. Fue piloto y su familia trajo un avión al colegio que estuvo como 20 años puesto en el patio. De hecho, fíjate que la esposa, la viuda [de Saint-Exupery], volvió a Chile después, se quedó en el hotel Carrera, una señora muy elegante.

[00:22:25] – Rodrigo Cordero

Ella volvió al colegio. Volvió al colegio y en ese tiempo los alumnos hablaban todos francés, tuvo una reunión en francés con ellos y invitó a un segmento de los alumnos a tomar once al [Hotel] Carrera. Yo hace poco estuve con uno de los que tomó once con la viuda del Principito. O sea, como se fijan, está lleno de historia. Y son cuestiones que tú vas recogiendo, recogiendo, recogiendo, y al final igual tienen importancia, digamos.

[00:22:52] – Guillermo Toro

Por supuesto.

[00:22:53] – Cristian Cabezas

Bueno, Rodrigo, vamos a terminar con una pregunta. Yo sé que nos queda mucho por hablar, pero ojalá haya otra oportunidad en el futuro. Como te habíamos comentado, normalmente a todas las personas que invitamos les preguntamos: ¿Cómo te ves tú dándole un mensaje a los estudiantes y las estudiantes de bibliotecología? Que ya un poco nos lo diste a partir de tu experiencia, pero como algo que tú les quieras decir.

[00:23:19] – Rodrigo Cordero

Yo no me he arrepentido ni un solo minuto de ser bibliotecólogo. Esta es una profesión maravillosa donde el límite lo pone cada uno, con las capacidades de crear y sobre todo de servir a una sociedad que necesita mucho. Somos un país que hemos desarrollado muchas cuestiones, pero en el área de la bibliotecología todavía falta mucho. Falta mucho y creo que faltan muchos más profesionales. Yo lamento mucho, por ejemplo, que todo el tema de la transparencia -todo el tema de la ley de transparencia y los institutos o las creaciones de archivos que debiera haber en todas las reparticiones públicas-, no esté en manos de bibliotecarios. Algún día podríamos conseguir que eso sea posible, pero sabemos perfectamente que en la práctica no tenemos capacidad para generar [en número suficiente] ese tipo de profesionales. Pero yo lo que les digo es que en realidad ser bibliotecólogo es un orgullo para mí, es un orgullo para mis hijos, para mi familia, y uno también va creando ejemplos. En mi familia ya hay una bibliotecóloga también, mi señora es bibliotecóloga, y creo que yo lo que les puedo decir a los alumnos es que se animen. El mundo laboral espera lleno desafíos, pero que yo creo que la escuela, sobre todo la Escuela de la Universidad Tecnológica Metropolitana, les va a entregar todas las herramientas con que puedan desarrollarse y ser unos buenos profesionales.

[00:24:55] – Rodrigo Cordero

Así que creo que es un desafío que tienen y espero que todos -además-, una vez que tengan el título, lo primero que hagan es que se colegien en el Colegio de Bibliotecarios, porque a medida que nosotros tengamos más gente, vamos a tener más palabras, vamos a tener más poder y vamos a hacer un colegio que empiece a crecer más de lo que ha crecido hasta el momento.

[00:25:15] – Guillermo Toro

Bueno, en función de la memoria, vamos a decir que Arturo Luengo Medina trabajó hace muchos años en el Registro Civil y él fue el autor de esta denominación de bibliotecólogo en nuestra cédula de identidad. Por si ustedes ven en el reverso de la cédula, más de alguien va a tener esta denominación de bibliotecólogo, Arturo Luengo Medina. Andrés Marió trabajó con él investigando en su tiempo, claro. Y él trabajaba por ahí en la Universidad de Chile, en la Casa Central, en el Archivo, en eso estuvo también trabajando. Y la profesora, que era ayudante de Alicia Gaete, se llamaba María Inés Fuentes, después fue profesora titular por varios años de clasificación. Y su discípula directa es la profesora Nancy Icarte, que sigue hasta nuestros días con clasificación. Así que eso, para tener nuestra memoria también. Muchas gracias, Rodrigo, por tu visita. Realmente quedó mucho por conversar, pero queda abierta también la posibilidad de seguir en el futuro esta conversación. Muchas gracias.

[00:26:13] – Rodrigo Cordero

Sí, por supuesto, muchas gracias a ustedes.

[00:26:14] – Cristian Cabezas

Muchas gracias.